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miércoles, 3 de agosto de 2011

AMPUTADOS Y LAS BARRERAS DE LA NATACION

“Probablemente no se preocuparía por lo que piensan los demás si supiera cuán poco piensan en usted”.
 Olin Miller

Cerca de un año después de que Christina Skoski sufriera la amputación de su pierna, a los 15 años, se encontró sentada junto a la piscina de un complejo turístico donde sus padres la habían llevado a pasar unas vacaciones en familia. Mientras que otros chicos chapoteaban y jugaban, la joven con una hemipelvectomía estaba sentada y miraba, sudando con su prótesis y muriendo de ganas de saltar a la piscina. Su madre, que notó su incomodidad, le dijo: “No seas tonta, sabes que quieres zambullirte”. Lo hizo, y en ese acto de valentía se dio cuenta de que los beneficios de disfrutar una actividad que le encantaba superaban los temores de lo que las demás personas pensarían de su amputación. Desde entonces actúa de ese modo.




Si bien las miradas de los extraños pueden incomodar a una persona, Skoski, que logró convertirse en médica y ahora ocupa un lugar en el Comité Médico Asesor de la Amputee Coalition, ha aprendido a deshacerse de ellas.
“Lo miran a uno porque es diferente. Pero, al cabo de 10 minutos, ¿qué importa? Usted está haciendo sus cosas, ellos hacen las suyas”, dice. Con el tiempo, su experiencia le ha demostrado que las dos reacciones principales de los extraños en la piscina surgen por curiosidad o admiración.


Jeff Cain, médico, otro de los asesores médicos de la Amputee Coalition y miembro de la junta directiva, es amputado bilateral por debajo de la rodilla y nadador deportivo. Medio en broma, medio en serio, explica que afronta las miradas de las personas quitándose los anteojos. Al igual que Skoski, su experiencia le ha demostrado que si bien las personas pueden ser curiosas, no tienen la intención de hacer daño, y que la mayoría son compasivas.

Jeff Cain poolside taking off his glasses

Cain y Skoski están de acuerdo en que la imagen corporal constituye la mayor barrera para que los amputados entren al agua. Al margen de las dificultades mecánicas de entrar en la piscina o adaptarse a nuevas brazadas, nadar en piscinas públicas puede intimidar. Es un lugar en el que los amputados —si se sienten acomplejados— no pueden ocultar su dismetría a los demás. Como consecuencia, muchos amputados no nadan y, lamentablemente, no experimentan los beneficios de una actividad que implica deshacerse del peso y que puede liberarlos momentáneamente de una prótesis molesta.


Los amputados pueden minimizar las lesiones utilizando el sentido común y poniendo en práctica los siguiente consejos para la seguridad:
  • Nunca nade solo.
  • Los amputados que tienen una sola pierna no deberían saltar. Saltar no solo puede ocasionar caídas, sino que también puede dañar la rodilla y las articulaciones de cadera sanas.
  • Proteja el pie sano con calzado acuático para evitar roces e infecciones micóticas. Los calcetines protésicos pueden proteger al muñón de superficies duras.
  • Cuando nade al aire libre, utilice pantalla solar, especialmente en el muñón.
  • Cuando lleve las muletas cerca de la piscina, asegúrese de que las puntas no vayan a deslizarse en superficies resbaladizas. Considere llevar muletas de madera cuando vaya a la playa, puesto que la arena y la sal pueden corroer las muletas de metal.
  • Utilice dispositivos flotadores de ayuda, según sea necesario, para proporcionar estabilidad, equilibrio y comodidad en los diferentes niveles de profundidad del agua.

Esta imformacion ah sido tomada de internet para la ayuda y orientacion de la comunidad con discapacidad gracias a.
© Amputee Coalition. Los derechos de reproducción pertenecen a la Coalición de Amputados.

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